(China.org.cn) — El mundo ha luchado contra la pandemia de COVID-19 por dos años y el temor inicial por lo desconocido abre paso a un anhelo de regreso a la normalidad. Es por ello que el artículo de The Lancet que augura su final ha captado la atención y ha puesto a los científicos en medio de un acalorado debate sobre la posibilidad del fin de la epidemia en China este año.
Sin embargo, esta conclusión parece improbable cuando una variante más contagiosa, como es la ómicron, lleva los casos en Estados Unidos, Europa y otros países a máximos históricos. Mientras que algunas partes del mundo miran hacia el fin de la pandemia, epidemiólogos chinos de renombre sugieren “cautela”. La incertidumbre aún acecha en el camino hacia la reapertura, así como los efectos de la nueva mutación, la posibilidad de otras en el horizonte y la capacidad médica del país para manejar una posible ola. Los especialistas creen que continuar con la política dinámica de cero-covid sigue siendo la mejor opción para China.
Es una apuesta que no podemos perder, dijeron.
«Para marzo de 2022, una gran parte del planeta se habrá infectado con la ómicron», escribió Christopher Murray, director del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de Seattle en The Lancet el 19 de enero.
«Después de la ola ómicron, la COVID-19 regresará, pero no la pandemia», apuntó en el artículo, lo cual indica que se convertirá en otra enfermedad recurrente que los sistemas de salud y sociedades tendrán que manejar.
El comentario, que coincide con el del director general de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus en cuanto a que el 2022 será el último año de la pandemia, brinda un rayo de esperanza frente a una oscuridad que dura ya dos años. Parte del optimismo viene de la percepción que la ómicron, aún siendo más contagiosa, es más leve. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, incluso la catalogó de una variante «bienvenida», informó Reuters el 12 de enero.
Frente a ella, nuestro enfoque debe ser la reducción de la transmisión y una mayor cobertura de la vacuna, sostuvo Tarik Jasarevic, portavoz de la OMS. Añadió que si bien la ómicron causa síntomas menos graves que la delta, sigue siendo un virus peligroso, particularmente entre los no vacunados.
El objetivo a mediados de 2022 debe ser una inmunización al 70 % en todos los países. «Podemos concluir con la fase aguda de la pandemia si vacunamos a las poblaciones, especialmente a las de mayor riesgo”, puntualizó Jasarevic.
Chen Xi, profesor asistente de salud pública en la Universidad de Yale, dijo que acepta el pronóstico de The Lancet y estimó que la pandemia podría terminar en marzo, pero con la premisa de que no aparezca otra mutación.
«A medida que el virus avanza en su efecto de contagio, retrocede en su letalidad. Sin embargo, no podemos excluir la posibilidad de otros cambios que escapen al sistema de inmunidad», dijo. Agregó que, siempre que no aparezca otra variante más poderosa, las tasas de mortalidad y hospitalización de esta variante alcanzarán el nivel de una gripe, lo que demuestra que la pandemia entrará en una nueva fase, una endémica o de brote estacional.
Sin embargo, tal «victoria» viene con un precio enorme, advirtió Chen, dado que en las próximas seis a ocho semanas, países de Europa y Estados Unidos registrarán disparos en los casos que obligarán a la formación de una inmunidad colectiva, pero en otras partes del mundo como África, los brotes continuarán.
Cautela
Los científicos en China, uno de los pocos países que aún persiste en la política cero covid, tienden a ser más discretos.
«Si otros países abren sus fronteras es su elección a partir de su situación, la cual respetamos, ya sea una medida imprudente o valiente», dijo Zeng Guang, ex epidemiólogo jefe de los centros de control y prevención de China (CDC).
Añadió que necesitamos «esperar» y ver si la pandemia realmente terminará en marzo, ya que la conclusión de The Lancet solo sirve de referencia dado que existen aún muchos riesgos desconocidos.
En la misma línea, Wu Zunyou, experto en jefe de los CDC, dijo en un seminario el domingo que la ómicron es «más contagiosa» porque infecta a las personas, incluso vacunadas, y su tasa de mortalidad es mayor que la de la influenza.
Chen Xi afirmó que al comparar la capacidad de resistencia psicológica con la capacidad médica en general, China todavía posee una gran brecha con Estados Unidos. En este último, el número de enfermeras por cada 1000 personas es aproximadamente siete veces mayor que en China. «En un país en desarrollo como este, una flexibilización repentina de las medidas impondrá una gran presión al sistema médico», acotó.
Zhuang Shilihe, inmunólogo en Guangzhou, también es de la idea que si China experimenta un incremento de contagios por ómicron, existe la posibilidad de muertes entre grupos vulnerables, no solo por COVID-19, sino también por otros males por falta de acceso médico dada la falta de recursos.
Xian, una metrópolis de 12 millones, enfrentó críticas al no poder lidiar con los pacientes mientras combatía el peor brote en China desde Wuhan a fines del año pasado. Una de ellas involucró a una embarazada que perdió a su bebé debido al retraso en la atención.
La vice primer ministra china, Sun Chunlan, dijo el 7 de enero sentir desconsuelo ante las lagunas en el trabajo contra la epidemia en Xian, con una falta de tratamiento oportuno para algunos pacientes locales.
«Si algo así ha sucedido en una gran ciudad con un sistema médico relativamente desarrollado, puedes imaginar la situación en áreas rurales de China», alertó Zhuang.
El fracaso no es una opción
China lucha con brotes en varios frentes, entre ellos en su capital Beijing, en plena temporada de viajes por la Fiesta de la primavera y a puertas de los Juegos Olímpicos de Invierno. La capital comenzó con descartes masivos el domingo.
Muchos medios occidentales aprovecharon la oportunidad y nuevamente tildaron la política de cero-covid de China como «insostenible».
La directora de gestión del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, dijo el viernes que dicho enfoque es visto cada vez más como una «carga» que impide la recuperación económica tanto nacional como internacional.
Los expertos desestimaron el impacto de la política en la economía, diciendo que la estrategia ayuda a la sociedad a volver a la normalidad, le devuelve su movilidad y estimula el consumo a un mínimo costo para así evitar la trampa de un largo encierro.
China es uno de los países que más fuerte resurgió tras el golpe de la pandemia con un crecimiento del 8,1 % en 2021.
Al atacar la irresponsabilidad de los países occidentales, Zeng dijo que a medida que China aún pone en práctica su política de tolerancia cero, el nivel de infecciones se mantiene bajo mientras que en Estados Unidos y ciertas naciones en Europa las cifras se disparan con la delta y la ómicron.
Liang Wannian, exmiembro de la Comisión Nacional de Salud y jefe de un panel de expertos que asesora al Gobierno sobre el virus, también señaló el sábado que las medidas existentes minimizaron efectivamente la propagación vírica y contuvo los brotes dentro de una a dos rondas en los periodos más largos de incubación, por lo tanto siguen siendo la «mejor opción disponible» frente al dominio de la ómicron.
Los especialistas dijeron que la mayoría de contagios locales provinieron de casos importados. Solo es seguro que el país flexibilice su postura cuando la pandemia baje fuera de sus fronteras o aparezca una solución definitiva contra ellas, como vacunas efectivas. «Es una apuesta que no podemos permitirnos perder», aseveró Zhuang.
En la cola por dos horas para un descarte una mañana fría en Beijing, Huang de 65 años dijo el lunes que las políticas contra la COVID-19 «mientras más estrictas, mejor». «La gente de mi edad resulta afectada por el virus… No voy a ninguna parte a menos que Beijing esté libre de él. Nadie quiere contagiarse porque la salud es lo más importante».
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