(Sputnik) — Con el azote del coronavirus, el planeta ha girado definitivamente hacia Oriente y, en consecuencia, China se ha situado a la cabeza, desplazando a Estados Unidos en su hegemonía mundial, mientras Europa sigue moviéndose con lentitud, sin demasiada eficacia por la falta de unidad interna.
El Gobierno encabezado por el presidente Xi Jinping ha combatido con fiereza y ha ganado (por ahora) en una lucha sin cuartel y contrarreloj, después de que el primer brote de COVID-19 surgiera en la ciudad de Wuhan, capital de la región de Hubei, el pasado 23 de enero. Decretó el confinamiento prácticamente total en el epicentro de la entonces epidemia —ya pandemia tras la declaración oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS)—. Ahora, cuando se han reducido considerablemente el número de nuevos contagios, Pekín está autorizando en Wuhan, tras dos meses de aislamiento, un levantamiento parcial de las draconianas restricciones de movimiento.
Los chinos no han bajado la guardia porque el agente patógeno, el temible SARS-CoV-2, es muy astuto y contagioso. Por eso siguen adoptado medidas de excepción para evitar a toda costa que se produzca una reactivación de la infección.
En Wuhan, una ciudad de 11 millones de habitantes, las autoridades están permitiendo que aquellas personas sin fiebre, con código verde QR de salud —libre del virus— y un certificado de su empleador, puedan salir de sus complejos residenciales para acudir a trabajar. Allí en Wuhan el aislamiento fue total durante 60 días. Se desactivará gradualmente en abril. Nadie podía salir a comprar ni alimentos ni medicinas que eran abastecidos desde el exterior gracias a las organizaciones vecinales.
Es cierto que, al principio de la crisis, las autoridades chinas no abordaron con rapidez ni transparencia la amenaza pesada pero invisible que se les venía encima. Pero luego, conscientes de la gravedad de la situación, enmendaron el error, levantaron dos hospitales en 10 días y aplacaron el número de casos con extraordinarias medidas de contención y un poderoso aparato de control empleando tecnología avanzada. Para ello ha hecho falta muchas dosis de disciplina y organización.
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