La integración de la región Asia-Pacífico, el rompeolas donde mueren las ambiciones del Pentágono

Publicado en: Español el 27/05/2020

(Sputnik) — Incluso la población de países aliados de Washington en la Unión Europea aprecia que la alianza con China es por lo menos tan importante para su futuro como la que mantienen desde hace más de medio siglo con Estados Unidos.

En tanto, el Pentágono tiene listas sus posiciones para realizar ataques aéreos de precisión contra China, como destaca la publicación Military Watch. La flota de bombarderos pesados B-1B Lancer está «reseteando» su orientación, para «proporcionar apoyo a las operaciones de proyección de potencia estadounidenses en el Pacífico».

Se trata del único bombardero supersónico occidental en servicio destinado al lugar más caliente del planeta, el Mar del Sur de China, donde ambas potencias «se están acercando peligrosamente a una colisión», ya que se registraron «al menos nueve» incidentes de encuentros «inseguros» entre las fuerzas armadas de las dos partes desde marzo, según el Pentágono.

En un reciente informe al Congreso, la Casa Blanca argumenta que Pekín participa «en actividades militares y paramilitares provocativas y coercitivas en el Mar Amarillo, los mares del este y sur de China, el estrecho de Taiwán y las zonas fronterizas sino-indias».

Para contrarrestar lo que considera como «expansionismo», el Pentágono busca el apoyo de otros países de la región, en particular la India, para enfrentar el creciente poderío naval del Dragón en el Mar del Sur de China. Tanto en los gobiernos como en los medios, la palabra «guerra» se utiliza con cada vez mayor frecuencia, y no sólo en referencia a una guerra comercial.

El punto central de esta situación prebélica, es que Estados Unidos necesita de aliados poderosos en la región Asia Pacífico para contener a China. No sólo no los tiene, sino que la creciente integración económica regional es un muro de contención de las posibilidades reales de frenar el crecimiento global de China. Los estrategas estadounidenses saben que no pueden ganar una guerra sólo con armas, para lo que necesitan legitimidad entre sus potenciales aliados.

El analista de Asia Times, David Goldman, registra un doble proceso, pos pandemia: «un aumento constante de la integración económica asiática» y una fuerte «des-americanización de las cadenas de suministro» en la industria de los semiconductores, que es una de las llaves de la superioridad tecnológica.

El desacople crece de una forma exponencial a raíz de la pandemia de coronavirus. «Taiwán, Vietnam, Tailandia e Indonesia compraron aproximadamente un 50% más de productos chinos en abril de 2020 que en el mes anterior, mientras «las importaciones de China desde Asia también aumentaron bruscamente».

Según Goldman, un «fuerte aumento del comercio intra-asiático puede reflejar el reinicio de las economías asiáticas». Un ejemplo es que ahora Japón envía más semiconductores a China que a Estados Unidos, mientras en 2014 vendió tres veces más semiconductores a los Estados Unidos que a China.

Otro buen ejemplo es la empresa Taiwan Semiconductor Manufacturing Corp (TSMC), que compró equipos estadounidenses para fabricar productos para Huawei y otras compañías chinas y se convirtió en el mayor fabricante del mundo. Pero Huawei es ahora el mayor cliente de TSMC, superando a Apple.

TSMC es una de las tres empresas capaces de fabricar chips de 10 nanómetros o menos y produce 12 millones de obleas de silicio al año. En 2011 TSMC se asoció con Apple, para quien fabricaba el grueso de su producción en una planta que cuenta con 30.000 empleados. Pero con la dependencia de la empresa taiwanesa del mercado chino, las sanciones de EEUU a Huawei sólo se le vuelven en contra, alejándole aliados imprescindibles.

En la medida en que la reactivación asiática es más veloz que la de Occidente, con tasas de infección mucho más bajas y un control temprano de la pandemia, Goldman fecha el comienzo del «siglo asiático» en mayo de 2020. Sostiene que «Asia actúa como un bloque económico cohesionado», al mismo nivel que la Unión Europea.

Los datos son elocuentes. «El 60% del comercio de los países asiáticos se realiza dentro de Asia», en una proporción similar a la de la UE. Más aún: las exportaciones de China hacia el continente asiático crecen más rápido que el comercio con EEUU, estancado desde 2014.

A mi modo de ver, este es el talón de Aquiles de Washington y del Pentágono, y es el punto fuerte de China. Por el contrario, los aspectos más débiles de China no están en el terreno tecnológico ni en el desarrollo científico, sino en dos herencias coloniales como Hong Kong y Taiwán. Situaciones que no podrá resolver en el terreno de la disciplina impuesta, sino ofreciendo un tipo de sociedad atractiva para sus poblaciones, algo que aún no parece estar de condiciones de ofrecer.

En todo caso, la creciente integración económica de Asia Pacífico es un escollo insuperable para la «contención» de China que pretende EEUU.

En primer lugar, ningún país va a someterse a una guerra —fría, comercial o real— con aquel país que tiene una fuerte integración económica y que le ofrece un amplio mercado para sus productos. En el pasado, las guerras han sido provocadas por la situación opuesta, por la competencia entre países para conquistar mercados. Pero el entorno de China ya vive una fuerte integración a costa precisamente del declive de EEUU.

El editor jefe de Global Times, Hu Xijin, sostiene en un reciente artículo: «Lo que Estados Unidos quiere es que China deje de crecer y se asegure de que China adopte una actitud similar a la de Japón hacia Estados Unidos, para eliminar por completo las preocupaciones estratégicas de Estados Unidos sobre el ascenso de China».

La diferencia entre China y otros países, es que sus elites dirigentes están firmemente ancladas en la soberanía nacional, que ponen por delante de cualquier ambición personal o sectorial. La sumisión de Japón a los intereses de EEUU, lo ha llevado a coartar sus posibilidades como nación independiente y soberana.

En segundo lugar, los países de Asia Pacífico no pueden ahora amputar sus lazos comerciales y tecnológicos con China sin sufrir una desaceleración de sus economías y, previsiblemente, una decadencia similar a la que conoce Japón desde hace ya dos décadas. Mientras Pekín siga ofreciendo una ruta de prosperidad a sus vecinos, no habrá modo de que las ofensivas del Pentágono consigan sus objetivos.



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